Informativa
Questo sito o gli strumenti terzi da questo utilizzati si avvalgono di cookie necessari al funzionamento ed utili alle finalità illustrate nella cookie policy.
Se vuoi saperne di più negare il consenso a tutti o ad alcuni cookie, consulta la cookie policy.
Chiudendo questo banner, scorrendo questa pagina, cliccando su un link o proseguendo la navigazione in altra maniera, acconsenti all'uso dei cookie. I cookie ci aiutano a fornire i nostri servizi.
Utilizzando tali servizi, accetti l'utilizzo dei cookie. Cookie Policy   -   Chiudi
31/07/2024 04:30:00

"Cuatro Décadas de Misión: El Vínculo Inquebrantable entre un Misionero Marsalés y Ecuador

 Todo comenzó hace exactamente 40 años, el 28 de julio de 1984, con mi partida como misionero hacia América Latina. Joven, lleno de sueños de solidaridad, justicia y liberación, impulsado por una pasión que buscaba, y aún busca, poner en práctica el Evangelio, partí hacia América Latina. No siendo posible ir a Brasil, un país que amo mucho, debido a la dictadura que impedía la labor de una Iglesia comprometida con los pobres, fui recibido con calidez por Ecuador.

Este pequeño país, rico en diversidad cultural y una naturaleza que va desde la Amazonía hasta los manglares, me ofreció una cálida acogida. Aquí, entre las poblaciones indígenas y afrodescendientes, y con el apoyo de tantos amigos marsaleses, especialmente de la asociación Amigos del Tercer Mundo, iniciamos numerosos proyectos de desarrollo y cooperación: escuelas, viviendas, servicios de salud, pozos, becas, adopciones a distancia, iniciativas ecológicas y artesanales.

Lo que nunca habría imaginado, sin embargo, fue el intenso intercambio de experiencias y la profunda conexión que se crearía con la gente del lugar. Pronto, mis hermanos Nino y Margherita, seguidos por Pino y Lina, me alcanzaron, recorriendo miles de kilómetros para descubrir la hospitalidad y fraternidad de este pueblo. Después de ellos, hubo un constante ir y venir de amigos que, como yo, se sintieron en casa.

Realmente puedo afirmar que el misionero nunca está solo. Está acompañado por una familia, amigos, una comunidad entera que lo apoya y lo anima a llevar esperanza y consuelo.

Quedan inolvidables los proyectos realizados juntos: el Centro Educativo Paulo VI en Limones, que hoy alberga a 700 alumnos, los techos construidos en Tambillo, el ecocardiógrafo donado a Esmeraldas, las viviendas y pozos realizados en Muisne después del terremoto, la Fraternidad Misionera Madonna del Paradiso en Pomasqui-Quito, los comedores para los pobres, las becas y tantas otras iniciativas solidarias.

Y no puedo olvidar a esos jóvenes ecuatorianos, llenos de sueños, que lograron superar todos los obstáculos y dar lo mejor de sí mismos, como Gito, Ramiro, Enzo, Nilo y Checho, quienes incluso visitaron Marsala.

Estoy profundamente satisfecho con mi elección de vida. Ecuador me ha dado tanto y me ha llenado el corazón de alegría. Hoy, después de casi treinta años en este país, nuestro obispo de Mazara del Vallo, Angelo, me ha renovado la misión de Fidei Donum, confiándome nuevamente a este pueblo que tanto necesita de nuestra ayuda.

El vínculo entre Marsala y Ecuador es un hermanamiento espontáneo y auténtico, construido ladrillo por ladrillo, con gran corazón y sin formalidades. Más importantes que los proyectos, han sido los encuentros, las relaciones, las amistades que se han creado. ¿Cómo olvidar al Padre Silvino, Doña Pastora, la Hermana Elda y Doña Rosa, figuras emblemáticas que han dejado una huella indeleble en nuestros corazones?

Quizás escribir todo esto limita la expresión de lo que siempre llevaré en mi corazón. GRACIAS a la vida, a Ecuador y a Marsala.

P. Enzo Amato